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Cuestionando Creencias


Una de las cosas que me encantó de haber estudiado coaching, es que descubrí una forma de entregar herramientas a las personas, desde donde nace este artículo.


Muchas veces encasillamos a otros de acuerdo a los “datos” que nos entregan o que nosotros preguntamos, y en base a eso y a nuestras propias interpretaciones, nos hacemos una idea de esa persona asumiendo que es una verdad o realidad.


Lo cierto es que a través de esos datos, muchas veces convencionales y culturales, asumimos y autocompletamos mucha información y la clasificamos. El problema con esto es que nos olvidamos de la historia personal que cada uno tiene y puede que no le demos el valor adecuado, además que nos desconectamos de los demás por asumir y construir parte de la información con la nuestra.


En mi caso, mi formación profesional se inició con ingeniería civil industrial, y mucha gente tiene una clasificación predeterminada de los ingenieros: que son cuadrados, estructurados, que nos les interesan las personas, fríos, calculadores, etc. (por supuesto que no todas personas piensan esto de los ingenieros, solamente pongo como ejemplo algunas de las características comúnmente descritas). Ahora, con respecto a esas características, cada uno podrá decidir si le parecen positivas o negativas (porque ¿quién dice que ser estructurado es negativo? Para mí es algo positivo y he descubierto personas de áreas artísticas, por ejemplo, ¡que lo valoran!).


Bueno, el punto con esto es que ante ese tipo de características, para muchos es muy raro que una ingeniera civil le interese el coaching y el trabajo con personas. A mí la verdad no me parece tan raro (probablemente porque yo me conozco y siempre he tenido este interés), sin embargo entiendo que para otros lo sea. Este es un ejemplo personal, sin embargo también puedo dar ejemplos de personas de otras áreas a quienes clasifican de manera diferente y se ríen diciendo: ¡yo no soy así!


A partir de lo mencionado anteriormente, quiero reflexionar acerca de los paradigmas establecidos y aceptados socialmente que tenemos con las personas en general, y que de cierta manera también los tenemos con compañeros de estudios, del trabajo, familia, desconocidos, etc. El punto es que esos paradigmas nos pueden limitar a reconocer a las personas más allá de las representaciones o prejuicios que tengamos de ellos (as) y por lo tanto ¿cuántas veces la relación podría ser mejor y no lo es por motivos personales?


Nos cerramos en nuestras creencias y nos aferramos a ellas, porque son parte de nosotros; sin embargo las creencias son aprendidas, ya sea porque otros nos dijeron algo o por nuestra propia experiencia. Hay creencias que nos empoderan profundamente (como por ejemplo: “creo que puedo lograr todo lo que me proponga”), y hay otras que nos limitan (como los ejemplos mencionados anteriormente, o también: “creo que no tengo habilidades suficientes para lograr lo que me proponga”). Entonces revisar y cuestionar constantemente nuestras creencias es fundamental para saber si estamos topando en este punto para lograr aquello que nos proponemos.


La invitación en esta oportunidad es precisamente a cuestionar tus creencias, para identificar aquellas que te pueden estar limitando, y mantener aquellas que te empoderan y motivan (e incluso aferrarte a ellas si alguien quiere hacer algo para pienses lo contrario).


¿Cómo puedes trabajar en descubrir tus creencias limitantes?


  1. Considera un pensamiento negativo constante y repetitivo que tengas.

  2. Haz 2 listas en 2 hojas hojas diferentes (escribe todo, esto es muy importante:

  3. En la primera lista anota todos los pensamientos y creencias relacionados a ese pensamiento que proviene de otras personas (por ejemplo: a mi amiga le pasó, mi mamá o mi papá me dijo, en las noticias apareció, etc.

  4. En la segunda lista anota todos los pensamientos y creencias relacionados al pensamiento inicial negativo que tiene relación a una experiencia tuya (por ejemplo: cuando estaba en el colegio me pasó, de acuerdo a mis valores creo que…, etc.)

  5. Una vez finalizadas ambas listas, revisa la primera (aquella con los puntos que corresponden a experiencias de otros) y bótala.

  6. Quédate entonces con la segunda lista (la que tiene los puntos de tus propias creencias o experiencias)

  7. Revisa si lo que está ahí te hace sentido o no, y si es así, guárdala; de lo contrario, vuelve a cuestionar tu creencia. Si te hace sentido, rescata lo que es importante para ti y modifica tu pensamiento inicial de acuerdo a esta lista, actualizándola si corresponde.

¡Éxito y que sigas cuestionando tus creencias limitantes para seguir avanzando en tu propio camino empoderándote a ti mismo (a) y potenciando tu liderazgo!


Un abrazo,

María José Rivera J.

Coaching para Emprendimiento y Liderazgo

¡Nos vemos!


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